Mis
caros hermanos: entre los centros que nosotros tenemos en nuestro organismo, no
hay duda de que el más difícil de controlar es el Centro Emocional, porque el
Intelectual aunque que cueste trabajo, al fin con ciertas disciplinas, más o
menos lo vamos controlando. El Motor, que es el que produce los movimientos
(que está situado en la parte superior de la espina dorsal), es controlable
también. Uno puede controlar los movimientos de su cuerpo: caminar si quiere,
levantar un brazo, si quiere levantarlo, o no levantarlo si no quiere
levantarlo; arrugar el entrecejo o no arrugarlo. Así, todas las actividades
del Centro Motor están bajo la voluntad, pero el Centro Emocional es terrible;
esa cuestión de las emociones negativas, del sentimiento y del sentimentalismo,
etc., se torna difícil de poder controlar.
En el
Indostán, por ejemplo, comparan el Centro Emocional a un elefante. Un elefante
loco, por ejemplo, ¿qué hacen en el Indostán para controlarlo? Le colocan, de
lado y lado, dos elefantes sanos, cuerdos (los amarran para que no se vayan), y
entonces los dos cuerdos logran, al fin, enseñar al loco a ser cuerdo, y al fin
el elefante loco queda cuerdo. Es un sistema que usan los indostanes, y está
bueno.
El
Centro Emocional es un "elefante", el Intelectual es otro
"elefante" y el Motor otro "elefante" (el Centro
Motor-Instintivo-Sexual). Estos dos "elefantes": el Intelectual y el
Motor, deben controlar al "elefante loco" de las emociones. Si en un
momento queremos estallar en emociones de desesperación o de angustia, es
decir, si nos hemos identificado con alguna emoción negativa y estamos mal,
¿qué debemos hacer? Acostarnos en la cama, relajarnos y poner la mente en
blanco. Al relajarnos, estamos actuando con el Centro Motor, puesto que
relajamos todo el cuerpo, aflojamos todos los músculos, toda tensión en el
organismo, y al poner la mente en blanco, es decir, al llevar la mente a la
quietud y el silencio, ¿qué sucede? Al Centro Emocional no le queda más remedio
que calmarse un poco, serenarse, y al fin el Centro Intelectual y el Centro
Motor vienen a dominar al Emocional, son los dos "elefantes cuerdos"
que vienen a domar al "elefante loco".
También
es posible controlar a las emociones inferiores, mediante las emociones superiores.
Hay muchos tipos de emociones inferiores (ustedes lo saben muy bien). Se muere
un familiar: gritamos, lloramos, nos desesperamos. ¿Por qué? Porque no
queremos cooperar con lo inevitable, y eso es lo peor de lo peor (uno, en la
vida, debe aprender a cooperar con lo inevitable). No nos conformamos, porque
se nos murió un ser querido, y gritamos llenos de angustia y no aceptamos, y
vemos el cuerpo dentro del féretro, allí, y sin embargo no nos parece que esté
muerto, y no lo creemos, no es posible para nosotros que ese ser haya muerto, y
nos entregamos a la angustia y a la desolación. ¡Es terrible eso!
¿Cómo
podríamos dominar ese estado? De dos modos: lo uno, podríamos apelar al
"par de elefantes" (el Centro Motor y el Centro Intelectual),
relajar el cuerpo y poner la mente quieta y en silencio (ese sería un sistema).
Otro: podríamos nosotros apelar a una emoción distinta, a una emoción
superior. Tal vez nos haga mucho bien, en esos momentos, escuchar una sinfonía
de Beethoven, o "La Flauta Encantada" de Mozart, o sumergirnos,
llenos de emoción, en profunda meditación, reflexionando sobre los Misterios
de la Vida y de la Muerte. Entonces, mediante una emoción superior, controlamos
a las emociones inferiores y anulamos el dolor que nos da la muerte de ese ser
querido; eso es obvio.
El
Centro Emocional es muy interesante, pero nosotros tenemos que adueñarnos de
las emociones inferiores, controlarlas y someterlas, y eso es posible de
acuerdo con nuestra didáctica. Las
emociones inferiores causan mucho daño, emociones inferiores como los toros,
emociones inferiores como el cine, emociones inferiores como las orgías de
las grandes pachangas, emociones inferiores como las del que se saca la
Lotería, o las del que se emociona por una noticia del periódico, o sobre una
guerra, o sobre tantas cosas que hay en el mundo; emociones inferiores como las
que da el tequila, emociones inferiores como las que desarrollan las gentes en
todas sus bestialidades, que no sirven sino para fortificar los agregados
psíquicos inhumanos que en nuestro interior cargamos (y crear nuevos también,
además).
Se
hace necesario eliminar las emociones inferiores, mediante las emociones
superiores (eso es posible); aprender a vivir una vida edificante y esencialmente
dignificante, ¡eso es lo fundamental! De lo contrario, no sería posible
progreso alguno. ¿Cómo, de qué manera? Ante
todo, necesitamos ser más sinceros con nosotros mismos, a fin de desarrollar el
Centro Emocional Superior y liberarnos de las emociones meramente negativas y
superficiales. Hay
gente que es cortés con los otros, son decentes; hay gente que le brinda
amistad a la otra gente, pero ese es el aspecto público o exotérico,
dijéramos, pero eso no es todo. Sabiendo que tenemos una psicología interior,
no basta solamente sabernos comportar decentemente con otras gentes, no basta
solamente la fragancia de la amistad, desde el punto de vista externo.
¿Cuál
es el comportamiento que nosotros tenemos, internamente, para con la otra
gente? Normalmente, quienes brindan amistad a otra persona, tienen dos facetas:
la de afuera y la de adentro. La de afuera, aparentemente es magnífica, pero la
de adentro, ¿quién sabe? ¿Estamos seguros de que no criticamos al amigo, a
quien le hemos brindado tanta estimación? ¿Estamos seguros de que no sentimos
alguna antipatía por algunas de sus facetas? ¿Estamos seguros de que no lo
estamos atrayendo a la "cueva" esa que tenemos, de la mente, para
torturarlo, para hacer escarnio de él, mientras le estamos sonriendo
dulcemente? ¡Cuántas gentes estiman a alguien, pero en su interior no dejan de
criticar a aquel alguien a quien estiman! Aunque no exterioricen sus críticas,
hacen escarnio de sus mejores amigos; aunque sonrían dulcemente, en presencia
de ellos.
Solamente debemos ser más completos, más integros; tratemos por un momento de poner en igualdad de marcha a
dos relojes (al de afuera y al de adentro, al exterior y al psicológico), que
marchen en perfecta armonía el uno y el otro, porque de nada sirve que nosotros
estemos portándonos bien con nuestras amistades, que estemos brindándoles
nuestro cariño, si por dentro las estamos criticando, si por dentro las estamos
torturando. Es mejor que los dos relojes (el exterior y el interior), marchen
al unísono, segundo a segundo, de instante en instante. Debemos
ser más completos, más íntegros, dejar la crítica (mordaz, psicológica,
interior), a gentes que estimamos. ¿Cómo es posible esa contradicción: que
estimemos a una persona y por dentro la estemos criticando?, ¿que estemos hasta
hablando bien de esa persona a quien estimamos, pero por dentro nos la estemos
tragando viva?
Ahora,
ustedes deben saber muy bien que dentro de cada uno de nosotros vive mucha
gente, todos los Yoes. Cuando uno agarra un Yo de esos y lo estudia con el
sentido de la autoobservación psicológica, puede evidenciar que tiene los
centros: el Centro Intelectual, el Centro Emocional y el Centro Motor-Instintivo-Sexual,
es decir, que posee los tres cerebros. Cualquier Yo tiene mente embotellada,
tiene voluntad embotellada, es una persona completa. Así, dentro de nosotros
existen, pues, muchas personas; dentro de cada persona viven muchas personas:
los agregados psíquicos.
Así,
cualquier amistad que tengamos nosotros, merece que sea, dijéramos, debidamente
tratada. Tienen ustedes un amigo, por ejemplo; hay cosas del amigo que les
gustan a ustedes y hay cosas que les disgustan a ustedes. Ustedes son amigos de
algún Yo de su amigo, o de unos cuantos Yoes de su amigo, pero hay otros Yoes
de su amigo que les molesta a ustedes, que les causa antipatía (porque tenemos
que tener en cuenta que dentro de cada persona se manifiestan muchas personas).
Ustedes suelen ser amigos de determinados agregados de tal o cual amigo, de tal
o cual persona, pero no son amigos de todos los agregados del amigo ese, en
cuestión. Por eso dicen: "hay cosas de este amigo que me gustan, hay cosas
que me disgustan; tiene cosas buenas, tiene cosas malas" (esa es la forma
que tenemos para hablar y depende del tipo de agregado que esté en un momento
dado hablando). Entonces la amistad que sentimos por otros no es completa: sólo
sentimos amistad por unos cuantos agregados de esa persona, pero no sentimos
cariño por los otros agregados de esa persona.
Puede
que a esa persona físico psicológica, a la cual estimamos, tenga agregados
psicológicos que no estimamos, y en determinadas horas dicha persona nos cae
pesada, precisamente porque se están expresando otros agregados con los
cuales no tenemos amistad. ¡Esa es la cruda realidad de los hechos! Si
sólo tuviéramos un Yo permanente, diríamos: "Soy amigo de fulano de tal,
en forma total, completa" (no le encontraríamos peros ni tachas de ninguna
especie). Pero resulta que no hay un Yo permanente, sino muchos. Entonces, ¿a
cuál agregado de esos, o a cual Yo de esos, del sujeto xx, es que nosotros
estimamos? ¡No será a todos! Por eso necesitamos ser comprensivos, en esto de
la interrelación.
¿Por
qué pelean los amigos? Sencillamente porque de pronto interviene, dentro de la
personalidad, un agregado que no es amigo del amigo, y entonces viene la
discordia. Pero si luego ese agregado se retira e interviene otro que sí es
amigo del amigo, ¡ah, hacen las paces! Qué fatuas son entonces las amistades:
no son completas, y no son completas porque no son comprensivas, no entienden
esto de la pluralidad del Yo; si no, serían completas, sabrían disculpar los
defectos del amigo y no reñirían con él. Falta ese conocimiento, para que
nosotros no riñamos con nuestros amigos; falta hacernos más conscientes de eso.
Así mejoraríamos nosotros la interrelación, la convivencia.
Existen
simpatías que podríamos decir son mecánicas y antipatías mecánicas. Ni una ni
otra sirven, porque son mecánicas. A veces decimos: "Fulano de tal me cae
gordo"; pero ¿qué es eso que nos "cae gordo" de fulano de tal?
Un agregado psíquico que posiblemente no es amigo de nosotros; eso es todo.
Nosotros
no debemos tratar, pues, de hacer una simpatía a la fuerza con alguien que
antipatizamos, sino ante todo descubrir cuál es la causa de la antipatía, y
cuando descubrimos a base de reflexiones que esa antipatía es mecánica, la
antipatía desaparece entonces por sí misma, y queda la simpatía. Más,
¿cómo podríamos, o qué base podría servirnos para llegar a la conclusión de que
una antipatía es mecánica? Yo digo que, sencillamente, comprender la pluralidad
del Yo. Es indubitable que dentro de toda persona, viven muchas personas. Por
eso es que en determinada gente, por ejemplo, en determinado sujeto, se
expresan algunos agregados que no nos gustan y esto es mecánico. Reflexionemos
en que, dentro de esa persona que nos cae gorda, también hay agregados que
pueden simpatizar con nosotros y ser serviciales y amigos; que no todos los
agregados que se manifiestan en un sujeto xx, son desagradables para nosotros:
pueden manifestarse, en un fulano xx que no nos gusta, agregados que sí nos
gustan.
Si
reflexionamos en eso, si comprendemos este punto de vista de la pluralidad del
Yo, desaparece la mecánica antipatía, que es tan perjudicial, porque desarrolla
cada vez más y más los elementos psíquicos inhumanos que están relacionados con
el Centro Emocional negativo. Cuando
más vayamos eliminando los agregados del Centro Emocional negativo, más y más
se irá desarrollando en nosotros el Centro Emocional Superior. Empero digo que
el Centro Emocional Superior es grandioso, es más poderoso que el intelecto.
Con el Centro Emocional Superior podemos nosotros comprender la naturaleza del
fuego. Los
libros sagrados están escritos con carbones encendidos, es decir, con fuego.
El lenguaje de "La Biblia", por ejemplo, es parabólico, es el
lenguaje del Centro Emocional Superior. Las experiencias místicas e
incorpóreas, obviamente son parabólicas, y solamente se pueden entender con
el Centro Emocional Superior. Los Misterios de la Vida y de la Muerte son
perfectamente cognoscibles mediante el Centro Emocional Superior; eso es obvio.
Les
he dicho a ustedes que la Mónada en nosotros es lo más importante, y en cuanto
más vayamos eliminando los elementos psíquicos inferiores, más y más iremos
recibiendo las radiaciones de la Mónada. Esta Mónada es Atman-Buddhi. Atman es
el inefable; él recibe la fuerza que deviene del Demiurgo Creador, y el
Demiurgo Creador la recibe a su vez de Adhi Buddha, la Seidad Incognoscible. Atman,
como desdoblamiento del Divino Arquitecto del Universo, es inefable; es lo que
se llamaría el Paramatman o el Shivatatwa. Buddhi, a pesar de que es tan espiritual,
resulta más corpóreo, dijéramos, mas concreta que Atman. Buddhi-Eros,
como principio ígneo, obviamente se va haciendo cada vez más evidente para
nosotros; sus radiaciones nos van llegando cada vez más y más hondo, a medida
que vayamos disolviendo las emociones negativas del Centro Emocional (y
conforme el Centro Emocional Superior se vaya desarrollando).
Atman-Buddhi
es la Mónada, es la realidad dentro de nosotros, lo que cuenta, el Ser real en
nosotros.
Nosotros
tenemos que luchar, eliminando emociones negativas, para ir acercándonos cada
vez más y más a la Mónada, y la Mónada precisamente nos ayuda, porque de Buddhi
emana Eros, esa fuerza sexual extraordinaria con la que nosotros podemos
desintegrar los agregados psíquicos en la Forja de los Cíclopes.
¿Qué
sería de nosotros sin Eros? A Eros se opone Anteros (las potencias del mal),
que no están fuera de nosotros, sino dentro de nosotros, aquí y ahora (son
todos esos agregados del Centro Emocional inferior, el Anteros). Si eliminamos
las emociones negativas y desarrollamos el Centro Emocional Superior, iremos
penetrando cada vez más en la esencia del fuego, nos iremos acercando más y más
a nuestra Mónada Interior que siempre nos ha sonreído.
No
olviden ustedes que el Centro Emocional, en su principio es puro, radiante.
Las emociones inferiores, ubicadas en las partes o en los puntos inferiores
del Centro Emocional, constituyen el Emocional Inferior; pero si eliminamos
las emociones inferiores, entonces queda todo perfecto y como una flor
deliciosa, el Centro Emocional Superior. En
todo caso, Atman es el rayo que nos une al Logos y al Adhi Buddha. La fuerza de
Adhi Buddha y del Logoi interior, llega a Atman y en Buddhi queda contenida,
pero el acercamiento a Buddhi es imposible mientras nosotros tengamos emociones
negativas. En otros términos: el acercamiento a la Mónada se hace difícil si
continuamos con las emociones inferiores.
No
debemos aceptar emociones inferiores dentro de nosotros; debemos cultivar las
emociones superiores (la música), debemos escuchar a Beethoven, debemos
escuchar a Mozart, a Liszt, a Tchaikowsky; debemos aprender a pintar, pero que
los cuadros que pintemos no sean infrahumanos; debemos verter en ellos nuestros
sentimientos más nobles. Todo lo que nosotros hagamos, debe ser dignificante y
esencialmente edificante. Uno
se llena de éxtasis al contemplar las columnas corintias de los tiempos
antiguos, o los mármoles de Roma o de Atenas, o las esculturas magníficas de
una Isis morena en la tierra de los Faraones, o de un Apolo, o de la Venus de
Milo, o de la Casta Diana. Uno se llena de éxtasis, vibra con emoción superior,
al escuchar por ejemplo la lira de los tiempos antiguos, o al entregarse a la
meditación profunda, entre el seno de la naturaleza, o al pasearse por las
ruinas de la antigua Roma, o al caminar por las orillas del Ganges, o al caer
de rodillas ante el Gurú, entre las nieves perpetuas de los Himalayas. Entonces
vibra la emoción superior.
En
los tiempos antiguos, allá en la Lemuria, en las épocas en que los ríos de agua
pura de vida manaban leche y miel, cuando todavía la lira de Orfeo no había
caído sobre el pavimento del templo, hecha pedazos, el Centro Emocional
Superior vibraba intensamente en cada ser humano. Esa era la época de los
titanes, la época en que los seres humanos que poblaban la faz de la Tierra, podían
ver el aura de los mundos y percibir más de la mitad de un Holtapannas en las
tonalidades del color (bien sabemos que un Holtapannas tiene más de cinco
millones de tonalidades). Pero cuando el Centro Emocional inferior se
desarrolló con las pasiones violentas, con la lujuria, con el odio, con las
guerras crueles entre hermanos, entonces ese sentido se atrofió, quedó metida
la humanidad dentro de este mundo tridimensional de Euclides.
Ha
llegado la hora de entender que sólo mediante el Centro Emocional Superior, es
posible penetrar más profundamente dentro de nosotros mismos. Si nosotros
procedemos rectamente, si aprendemos a vivir, si aprendemos a relacionarnos
con nuestros semejantes en una forma bella, entonces nos acercamos más y más a
la Mónada sagrada y distintos chispazos de Conciencia Cósmica nos irán
sorprendiendo, se irán haciendo cada vez más continuos, hasta que al fin, un
día, tengamos todos, en realidad de verdad, la Conciencia despierta, la
Conciencia Superlativa del Ser, el Buddhi. Ese día seremos dichosos; en esa
deliciosa mañana, las vibraciones de Buddhi nos saturarán totalmente y
sabremos vivir, de verdad, en estado conscientivo perfecto.
V.M. SAMAEL
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